Tribuna
23/09/2019, 19:52
Mon, 23 Sep 2019 19:52:35 +0200
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La construcción de Europa se muestra en un conjunto notable de fracasos. Hundido el Imperio Romano, el primer intento que se dio fue el de Carlomagno. Sus herederos lo liquidaron y se inició la pugna que ha llegado hasta ahora entre Francia y Alemania. Aniquilada tras la batalla de las Navas de Tolosa la posibilidad de una Europa musulmana, surgió el auge de España, que en 1492, no solo liquidó las últimas posibilidades mahometanas, sino que también descubrió América, e inició, con Felipe el Hermoso, una conexión con el mundo germánico, el comienzo de cercado de Francia y una apertura con Inglaterra. Todo esto se viene abajo con los diversos movimientos protestantes, a pesar de la victoria de Mülhberg. Debemos a Olegario González de Cardedal puntualizaciones perfectas sobre, concretamente, el enlace de Lutero con diversos planteamientos independentistas en el mundo germánico. Y a partir de ahí, la expansión universal de las potencias europeas hacia América, Oceanía, Asia y África aumentó las luchas y creó multitud de conflictos intraeuropeos. El último amenazó hace ahora ochenta años y se complicó con los conflictos bélicos, como consecuencia de la ignición derivada del Manifiesto Comunista de 1848, asentada en la victoria de Lenin en Rusia. Previamente, había existido un intento de unificación de Europa presidido por Napoleón. Rusia, por un lado, y, sobre todo, Inglaterra -España siendo su aliada-, liquidaron ese intento.