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Históricamente las bolsas europeas y estadounidenses han cotizado siempre a diferentes velocidades. Es algo que no sorprende al inversor continental, que en el último siglo se ha acostumbrado a ver, cada vez con más frecuencia, al mercado norteamericano registrando unas ganancias más elevadas que las acumuladas en los principales selectivos bursátiles del Viejo Continente. Sin embargo, desde mediados de febrero, momento en el que los efectos de la propagación del Covid-19 empezaron a tener reflejo en los mercados del mundo occidental, las diferencias bursátiles entre ambas regiones geográficas se han hecho más evidentes si cabe.